miércoles, 24 de diciembre de 2008

La Navidad (o la tiranía de la felicidad)



Lo cierto es que nunca he odiado la navidad y me gustan las calles decoradas con bombillas de colores. Odio lo que todo el mundo: los villancicos, los noeles colgados de las ventanas, la sobredosis de publicidad, los centros comerciales (todo el año) y el tener que estar feliz y toda esa mierda hipócrita. Los pesimistas lo tenemos muy jodido para reír por reír –pero cuando nos reímos nos partimos el pecho- y estas dichosas fechas son tan asquerosas, anodinas o brillantes como cualquier día de playa, un cumpleaños o una semana en el campo. Pasarlo bien es un acto individual (casi siempre compartido) y desconfío ampliamente del buen rollo colectivo-espontáneo. La navidad es como una película porno: cuanto más consientes más te dan por todas partes, y acaban echándote todo el confeti por la cara.
No voy a desearos felices fiestas porque no os hace falta; cada uno sabe qué cuota de felicidad-infelicidad necesita para bailar sobre la tumba de la tristeza, y ya habréis pedido lo vuestro a Santa Klaus. A mí no me ha hecho falta porque una Belleza, anticipándose, me ha regalado un libro... a orillas del mar (gracias Guapa), más no se puede pedir.
Así que FELIZ NAVIDEAD.

5 comentarios:

Carol Bret dijo...

Ya me ha comentado más gente que odia los papás noeles colgados de las ventanas, y yo no comprendo porqué. A mí me hacen coña, qué le voy a hacer...
Muerte al villancico, eso sí. Y las lucecitas dichosas ¿no causarán ataques o algo?
De todos modos, supongo que todo "esto es pa' los niños".

Senda dijo...

Así que xa estás servido, así calquera...
Unha aínda ten que agardar os reises, pero de momento, anque tampouco gaste de espíritu navideño, servirame de excusa para quedar esta noite cos amigos de festa, porque a pesar de que estas datas me cansan, aínda "nos sobran os motivos".
Mándolle unha aperta vía maris

Senda dijo...

*escusa

Bandini dijo...

la navidad es buena si sirve apr que tú reflexiones y nos hagas participes.

salud

Ra dijo...

La verdad es que me he quedado en lo del confeti ;)

Pero... el regalo, a mí me lo parece, el que usted se deje regalar un libro en cualquier orilla. Es un buen concepto de felicidad.
Mua.