martes, 11 de noviembre de 2008

DE MIL AMORES III

Emmanuelle (o las antípodas tienen forma de mujer)



Tú de blanco virginal, yo de negro
tú ojos miel, yo mirando tu escote
tú en tierra firme, yo saliendo a flote
tú te creces más, yo me desintegro.

Tú no sales a bailar, yo me invento
tú te paras a charlar, yo prosigo
tú con nadie alrededor, yo conmigo
tú personaje ideal, yo esperpento.

Tú piernas esbeltas, yo cojo del mes
tú la cara y la cruz, yo sólo el envés
tú un clásico del cine, yo un telefilm

tú Moët et Chandon, yo vino peleón
tú sonrisa recatada, yo pendón
tú piedra rubí, yo el patero Ibrahim.

sábado, 1 de noviembre de 2008

OBSCENAMENTE RICO



Recojo el testigo que mi Mademoiselle me pasa para que desbarre con la posibilidad de ser rico. Vale:
Para empezar, la riqueza me haría, cómo no, inmensamente humilde. Pero no daría un palo al agua, y todo ese tiempo que robaba el trabajo lo dedicaría al ocio… de una manera humilde, claro. Primero montaría una modesta editorial en donde mis ídolos blogeros dieran rienda suelta a mi imaginación. Luego viajaría en un modesto jet privado y cuando me cansara de verlo todo volvería para comprar un edificio céntrico donde montaría una sala de cine y de teatro en la primera planta, una sala de conciertos en la tercera, una cervecería de madera y piedra en el bajo y un salón de lectura y café en el segundo. La buhardilla, que también la habría, sería un camarote privado donde pasar veladas de desvelo, vino y risas con los amigos. Volvería a viajar y terminaría una carrera o dos. Creo que por último volvería a viajar e intentaría resucitar a Groucho.
Y, como todo millonario que se precie (por muy humilde que sea), tendría una casita desde donde ver el mar, y escribir… y empezar a llamarla en femenino la mar y tutearla como sólo se puede tutear a una mujer.