viernes, 8 de enero de 2010

NIEVE (una preciosidad)









No sé a ustedes, pero a mí la nieve me parece un exotismo. Y yo la admiro debajo de una boina provinciana.
Se puso a nevar en la madrugada del 8 y amanecimos con una losa blanda sobre el pueblo gris. Como zombis afortunados y pueriles salimos a fotografiar nuestra sepultura pisando el deshielo de un felpudo que crujía a cada paso, crac-crac.
La nieve, lo digo con toda la ignorancia, es más silencio que frío: una baba lenta que cae, como unas canas recortadas meticulosamente, por las costuras del invierno a 33 rpm.
Pero ya digo que es una rareza que me asombra desde unas pupilas desacostumbradas.